¿De qué me va a servir contaros una vez más lo hecha mierda que estoy?
De nada.
Hoy he vuelto a caer (aunque quizás nunca me levanté de esta caída que parece ser eterna). Y no estoy orgullosa. Y he vuelto a sentir todo el peso de mi mundo derrumbándose encima de mí. Y he vuelto a perder el rumbo, y he olvidado el sentido de todo. De nuevo.
Me recuerdo día tras otro que soy fuerte y que debo seguir luchando.
Pero no.
Lo siento.
Siento haberos fallado a todos en mis múltiples intentos de ser persona. (Pero realmente lo que más siento es haberme fallado a mí misma una y otra vez.)
Siento tener tanto miedo a todo. Siento ser tan insegura. Siente no apreciar todo cuanto tengo. Siento hacer daño a la gente tanto como siento dejar que me hagan daño. Siento ser un fracaso en todo lo que hago. Siento ni intentarlo la mayoría de veces.
Pero a estas alturas me pregunto si aún me importa.
Me pregunto si es que en el fondo me gusta esto.
A torturarme a mí misma—me refiero.
Reemplazadme.
Es fácil.
Todo parece ser mejor así últimamente, ¿no?
Estoy tan cansada de que mis esfuerzos sean en vano que estoy empezando a sentirme cómoda en mi propia desesperación.
¿Por qué?
Inútil, todo es inútil.
Por eso.
Como cuando sabes que no vas a cumplir tus promesas y aún así te empeñas en creer en ellas.
Odio las promesas.
Odio muchas cosas. Por encima de todo me odio a mí.
Y creo que eso quedó claro hace tiempo.
El día en que te das cuenta de que todo en cuánto habías creído no son más que mentiras construidas sobre unos cimientos altamente inestables.
Y te preguntas cómo aguantaste tanto tiempo en esa situación.
Y deseas que nunca se te hubiera caído la venda de los ojos.
No sé cómo vas a salir de ésta, chica.
Cuando tú misma apartas a aquellos que necesitas.
Pero eso no lo sabes.
Quizá no tengas razón y algún día sí que será demasiado tarde.
Tiempo al tiempo, que dicen.
hyperinsomnia.