Quiero pensar que el destino pone piedras en nuestro camino no
porque sea un hijo de puta, sino porque pretende vernos avanzar y crecer como
personas a cada paso y a cada caída.
Somos piezas realmente insignificantes dentro de un
conjunto, así que ¿por qué alguien o algo debería preocuparse de nuestra
existencia e incluso tomarse la libertad de irrumpir en ella?
Es por eso que no creo en el destino ni en las casualidades.
Sí, es cierto que seguramente todo ocurre por una razón, que todo tiene un
motivo aunque éste esté oculto. Pero somos nosotros los que escribimos nuestra
propia historia. Cada tropiezo nos lo hemos buscado nosotros mismos con actos
anteriores. Cada paso avanzado, en el fondo sabemos que no es en vano y que nos
va a conducir a algo. No somos conscientes de ello, pero tampoco podemos
evitarlo.
¿Quiero decir con esto que debemos recapacitar sobre todas nuestras decisiones? Dudo
que nunca encuentre una respuesta para esto.
Yo esta libertad de la que disfrutamos me la tomaría más
bien como una condena. Estamos condenados a tomar decisiones, y si no son las
correctas nos torturamos hasta la saciedad.
Si todo nos viniera escrito y decidido no existirían
sentimientos tales como la culpabilidad o los horribles reproches. Sería todo
más sencillo y llevadero, pero también mucho más monótono y gris. Aburrido, sin
emoción.
Igual no aprendemos de un error a la primera, pero a la que
nos hemos dado de hostias con la misma pared 50 veces seguidas ya nos empezamos
a dar cuenta de que algo falla. Crecer como persona es duro. Crecer a secas ya
lo es. Pero es algo inevitable y que nos acabará conduciendo a un fin.
La vida carece de sentido, así que antes de que nos joda
ella a nosotros hay que patearla y decirte que ahí estás tú, que es tu vida y
que vas a hacer lo que te salga de las narices con ella.
hyperinsomnia.